viernes, 6 de junio de 2008

El día en que iba a morir

Como tantas noches , caminaba de un rincón a otro de la más concurrida de las calles solitarias. Los labios moviendo mi conciencia , la ausencia cavilando en su existencia inconcebible. No hay tiempo para chutar latas , pisar colillas , arrastrar los pies entre el cuarzo centelleante del granito. No importa ya...



Lo peor que le puede ocurrir a un enamorado del amor es no tener a quién amar. No hallar momentos oportunos ni plata para comprar chispas que hagan vibrar sus terminaciones nerviosas. Lo peor que le puede pasar a un artista de capa caída es advertir su elitismo hipócrita. El sentir que relacionarse con la gente de este mundo no vale la pena da fuerzas para mandar a todos a la mierda y conseguir estar a solas con su eterna amante , la única inerme mientras siguiese apreciando la bendición de la vida.




Y así cada noche solitaria era llenada de placeres oscuros , aunque incompletos. Ella fue ganando territorio en mi lecho a medida que se volatilizaban las palabras y se atenuaban las ligaduras emocionales hacia todo lo mundano. Se hizo con mi alcoba , con mi cama , con mi alma y hasta con mi más preciado tesoro , se adueñó de lo que yo sentía por Lola , la de la sonrisa radiante.
Y en cuanto todo fue de ella , lasciva , aterradora , comencé a sentirla... A sentirla en esa paz que me fue recorriendo músculo a músculo , que me fue serenando neurona a neurona. Así , vencido por ella , anestesiado , dejé de notar el tiempo... el tiempo que nos hace envejecer y nos permite realizar hasta la más simple de las acciones se volatilizó , así como mi percepción del mundo. Las cosas se evaporaban , mi entorno estaba difuminado , los objetos se volvían líquidos , todo fluía... incluso yo. Las voces eran inentendibles , desordenadas sin-sentido.
Se me hizo un nudo en la lengua , me encontré atrapado en una burbuja , diluido. La grave-dad se a-gravó , el suelo atraía mi cuerpo con gran fuerza , sentí cómo me disgregaba en finas esferas como de mercurio sobre el colchón. El ambiente era plácido y aterrador , borroso , nada tenía importancia...Todo estaba bien y yo era su marioneta.

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La toqué... la toqué y fui parte de su ser , me alejé de mí mismo para ser de ella , me alejé el máximo para sentirla plenamente... , me pose- y ya no era yo...
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Hice el amor con la muerte.

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Interminable...


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Vislumbré la media Luna de una sonrisa , la de Lola. Y poco a poco esa luminosidad fue perdiendo interés , yo la quería , los pensamientos se sucedían de izquierda a derecha , había estado jugando con mi vida. La lámpara del cuarto se balanceaba levemente y yo... yo ACÁ ESTOY para contar que tuve sexo con la misma muerte... y así , así mismo la vencí.