lunes, 21 de diciembre de 2009

Las palabras nunca han sido nuestras mejores aliadas.


Simplemente es ASÍ como te necesito. Y tomarnos un ratico para expresarnos sin censura. Prescindir de los ojos y se hagan grandiosas las manos.

Sólo un momentito..., quiero saber cómo sabes, recordar cómo sabes, descubrir tu sabor..., frente a ti y aliento con aliento.

Que no pesen las miradas, esta vez no esculcaré tus pupilas, pero déjame espiar tus labios con mis pestañas.

Saber dónde estás en cada instante, aún a oscuras y sin contacto... sentirte como otra parte de mi cuerpo.

CREER en la perfección del amor; de nosotros, tú, yo, sin reproches..., sin pedir pero buscando la manera de dar, más que de recibir.


Buscando la belleza de tus manos, el tacto de tu espalda, el aroma de tu nuca; tus labios de textura indescriptible y los oídos, que más que escuchar sienten en cinco dimensiones.

Y voy a explorar tu mundo (no hagas ruido, no te muevas). Déjame moldearte según mis sueños nos guíen..., amor, ente perfecta. Sólo unos minutitos.

Aunque no me detendré..., hasta que tengas que agarrarme de las yugulares. Y así con mi vida en tus manos..., me protejas.


Regálame un rato sin censura, para que sepas de la forma en que DE VERDAD te siento. Las palabras nunca han sido nuestras mejores aliadas...

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Gris arcoiris


Muy poco a poco, se va enlenteciendo . . .

Un ruido seco. Las palabras sobran. De todos modos, hubiese sido extraño que me viesen hablando conmigo misma.

Volver a sentir con los ojos cerrados... yo y mi risa. Ella estaba ahí, el dolor se iba yendo paulatinamente, como cuando no quedan fantasmas. La jovialidad que en otros momentos como este había buscado sin éxito. Ella, mi mejor amiga estaba ahí, llorando.

Hacía tanto que no reía con la sangre efervescente..., estaba llorando y reíamos juntas. Cualquier excusa. Ser gilipoyas resultó no ser tan malo.

La noche se adentraba. Y no íbamos a bailar, ni a tomar, ni a pasear, ni siquiera a estar sentadas. Todas las cosas importantes ya se habían hablado. Quedaba esa miserable sensación de tristeza y resignación: qué le vamos a hacer, si hagamos o no, igual la vida es una mierda.

He vuelto a pensar racionalmente las cosas cinco veces; a disfrutar de la misma depresión. He dejado poco a poco la realidad desvanecerse para sumergirme en un mundo tan conceptual, en el cual algún día amé ser tan desdichada en mis adentros, el cual un día comencé a odiar y a reprocharle todo el tiempo que me había hecho perder encerrada en la oscuridad bajo llave, siendo feliz sólo cuando no sonreía.

Sí, en la oscuridad, en un insomnio estúpido de deducciones precisas y complicadas, que se resolvían en un breve momento de lucidez y si no se anotaban las olvidaba a los pocos segundos, con un fastidio y el peso de un fracaso irreal, fraudulento.


Simplemente me jode..., volver a ser de color gris, mientras en mis noches, en mis ocurrencias y bromas los demás me ven color arcoiris.