lunes, 17 de diciembre de 2007

Papá

Aún no terminaba de aclimatarme al aire tibio y el olor a material esterilizado. Había hecho ese tipo de intervenciones un par de veces.
Agua; jabón. Guantes. Rutina.
La resaca me tenía poco lúcido. Me la sedaron y comencé con el procedimiento. Su piel era suave , una pena que no me pudiese sacar los guantes. La enfermera salió y me hallé sólo frente a su cuerpo inerte. Cuando me disponía a comenzar con sus pechos , se me resbaló el bisturí. Ella se despertó con el ruido metálico y se me echó encima. Empezó a besarme , como tantas veces; me hallé desnudo , su piel suave resbalaba mientras se erguía de la mía. Las baldosas estaban frías , recordé una incisión todavía sin suturar. Me vi obligado a estamparla de un golpe en la camilla para volver a sedarla. Recogió el bisturí y me quedé inmóvil. Lo paseó suavemente por mi pecho y la piel se me abrió ligeramente en la superficie. Los rasguños no sangraban. Levantó el brazo empuñándolo con su mano débil tal puñal y cuando cerré los ojos... ¡Pum!


¡Pum pum pum! Desperté bruscamente. La puerta abierta dejó pasar un aire helado. Todavía no me había hecho a la idea de que tendría que cambiar su cuerpo , tan perfecto , tan mío; y tan ajeno.
Tenía resaca. La mañana se sucedió normalmente; la operación fue un éxito. Sería muy bonita. Siempre lo fue. Me pasé por su habitación para verla , ya debería haber despertado de la anestesia hace algunas horas y estaba helada. Le tomé el pulso. No me alarmé. Me resultó extraño que la hubiesen alojado en aquella habitación de paredes acolchadas. Dudé un momento y volqué la cama en un arrebato , le hice un masaje cardíaco inútil que terminó en sexo con ropa. No se movía. Comencé a desesperarme por ver sus ojos abiertos. Revolví en la caja de coser que me regaló mi madre para los botones y la clavé a la tapicería con doscientos alfileres y ciento veintisiete agujas. Me tumbé , cansado a contemplarla. Se veía tan bonita en el techo... La incisión sin suturar goteaba en la pernera de mis pantalones; me inquietaba. Había algo que me contagiaba la risa.
Vi a un hombre saltando desesperado en la cama , venía hacia mí como un perro rabioso. Apenas alcanzó dos mordiscos suaves en mi piel resbaladiza. Desistió cayendo al suelo como muerto.
Volví en mí. La chica cayó sobre mi cuerpo y decidí hacerle yo mismo la autopsia , por la cuenta que me traía. Me iba a meter en una buena. Cuando su caja torácica estuvo a la luz , vi su corazón por primera vez. Me enterneció. Lo cogí con cuidado como a un recién nacido , lo examiné. Estaba todavía tibio y a rebosar de sangre oscura. Me limpié la derecha con la lengua y la sumergí en el resto de sus órganos. Por un momento creí haber sentido latidos en el carnoso y esponjoso que sujetaba mi mano derecha. Creí estar soñando y extendí el codo , alcé la barbilla. Un plié y un pequeñísimo mordisco a la manzana de Blancanieves. Me supo rico y saladito... , me pesó la cabeza y desentorné los ojos en señal de éxtasis. Creo que me desmayé. Retorné en la misma habitación vacía. En la parte superior de la puerta había un ventanuco por el que entraba la leve luz que mantenía la sala en penumbra. Vi a un compañero , psicólogo. Entró en el cuarto quise salir y me cegó la luz. Pienso que me desmayé de nuevo.

Hoy desperté en mi cama. Tomé una ducha , el agua salía sucia y marrón. Salí mojado y sin toalla a mirarme al espejo. Qué horror mi reflejo; viejo. Quizá mE opere. No sé si me desmayé de nuevo y esta vez no recuerdo dónde desperté ni tengo remota idea de en qué lugar me encuentro. A pesar de todo , mi mente ya no está turbada , ¿no doctor?


- ¿Te duchaste? Vamos a llegar tarde al... aniversario de... tu papá.

- Sí , claro , lo vamos a recordar , aunque no sé cómo carajo he yo... No , no me duché. El agua salía marrón y sucia.

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