martes, 23 de octubre de 2007

Amor.

No recuerdo con exactitud sus palabras aquélla que me advirtió sería la última noche. Sé que esa paz ralentizaba sus movimientos , pero yo no le pagué por una clase de espiritismo.

Ocho de la mañana , cadena ser. Son 4ºC en . . .

Me vi tirado en la calle puesta una manga de la camisa , los pantalones desabrochados y un frío de dos pares de cojones. Me terminó de despertar un ruidoso portazo en las narices. Para mi sorpresa ella también quedó afuera y se dejó caer como muerta , deslizándose sobre la puerta. Miraba con recelo como me tambaleaba entre sus piernas y apenas en el balanceo rozaba su piel debido a mi torpeza matinal.
En tanto Diana lloraba en silencio y sin lágrimas una vez más , me concentré en respirar. Me levanté y sin miramientos caminé hacia el primer horizonte que vieron mis ojos. Notó como mi figura se difuminaba en el camino pedregoso y estoy seguro de que si no siguió tras de mí fue porque no llevaba zapatos.

Joder!

Me quedé tumbado , tal como había caído disfrutando el ardor de las rozaduras como pretexto para quedarme observando el cielo de encima de su casa.
Cerró la puerta.

TrocPlom catlán!

PUTAAA!

Una piedra quebró el cristal de la cocina. Niños... le habían perdido el respeto de cuando ejercía. Está claro que sus miradas furtivas no alcanzaban a ver más que una silueta poco nítida , pues nadie puede pronunciar siquiera algún sonido desagradable en presencia de esa mujer; ojos brillantes , seductores de profesión incluso de la mente más inocente de éste y los pueblos vecinos.
Recuerdo que aquella mañana muchos pasamos a estar muertos para ella , ya nunca dejaba la puerta entreabierta en las madrugadas.
Me dejé tumbado en la arena gruesa y salí volando para entrar por alguna ventana en donde espiarle de cerca. Ésa vez noté que el de detrás del cristal era un espantapájaros , de ésos "poetas de bragueta y revolcón" a quienes ahora ella recibía con portazo en la cara. La mirada maliciosa del susodicho era demasiado notoria como para que Diana pudiese reconocerme a mí en la profundidad turbia de aquellos ojos. Lo intenté mil y una veces , pero dejé morir al tío rápido.
La siguiente vez ella me buscó con tanta desesperación que creo que fue la última en que logré verla más de cerca hasta antes de mi muerte. Los meses tardaron tanto en pasar que las horas volaban livianas entre muchas bellezas improvisadas y más de esos incontables cuentos. Los mejores manjares eran siempre sobre su piel y las más bonitas eran de su boca y su mente precipitada. Pero llegados acá el susodicho tipo se me enfermó y tuve que dejarlo en fantasma a destiempo. Entre tantos muñecos ninguno más a destacar , pues tengo claro que a quien quería ella era a mí. Sin embargo otro día encontré un modelo muy bueno y aún así me costó lo suyo entrar en la casa de la chica. Era tan bueno que conseguí una noche acercarme más que nunca. Tan bueno que sus defectos no eran más que bondad en exceso y por consiguiente sólo Diana cabía en su caja torácica. Así poquito a poco me vi reduciéndome a un rinconcito preciado por su situación en el cuerpo de ella. La última vez se apretaron tanto... que me salí por el ombligo del tipo y llegué a tocarla , me pegué a más no poder , mi membrana se fundió en su piel y en ella fallecí. Desde ese momento sólo se que ella me reprochó , no entiendo por qué : " ¡Eres mas cambiachaquetas que una puta gratis! " . Quiso dejarme morir y me sentí arrojado al vertedero. No se despidió sin antes pedirme un favor. Me pidió que yo le explicase lo que pasaba afuera , ya que ella ignoraba lo que ocurría adentro.
Cielo , después...


El futuro no existe , vea pues Amor que no tengo tiempo para adicciones masoquistas.





1 comentario:

Anónimo dijo...

uy
otro favorito.